Significa entrar en el mundo perceptivo íntimo del otro y llegar a sentirse profundamente “en casa” dentro de él. Supone ser sensible, a cada instante, a las significaciones cambiantes que se experimentan y que transcurren dentro de la otra persona. Significa vivir, de momento, en el interior de su vida, desplazándose con delicadeza, sin juicios de valor, sintiendo significados de los que él o ella apenas es consciente; pero sin intentar poner al descubierto unos sentimientos de los que la persona sería completamente inconsciente, pues esto le resultaría amenazador. En esto se incluye el hecho de reflejar y comunicar al otro el sentir que se tiene de su mundo interior, aunque se contemplen con ojos nuevos y sin miedo los aspectos que la otra persona aún teme.”
