No todas las personas pueden “hablar con sus partes”. Y eso no las deja fuera del modelo: las pone justo en el inicio del proceso.
En IFS se habla mucho del diálogo interno:
cómo el Self puede relacionarse con una parte, escucharla, preguntarle, acompañarla.
Y sí, cuando eso sucede, es un momento poderoso.
Pero también es cierto que muchas personas —al comenzar un proceso, e incluso después de años— no pueden establecer ese tipo de conexión interna.
No pueden “hablar con una parte”.
Y eso es más común de lo que se dice.
No es una falla.
No es un bloqueo.
Es la condición de partida de muchas personas.
Estar mezclados es lo habitual, no la excepción
IFS parte de un principio simple: las personas están compuestas por partes, y muchas veces esas partes están mezcladas con la conciencia.
Esto significa que en ciertos momentos somos la parte: la vivimos desde adentro, sin poder tomar distancia.
Y en ese estado, no hay diálogo posible.
Ni falta de práctica, ni resistencia: simplemente, no hay espacio.
A veces eso cambia con el tiempo.
A veces no.
Y el proceso sigue siendo válido igual.
IFS empieza antes del diálogo interno
Hay quienes creen que el modelo empieza cuando aparece el diálogo interno.
Pero en realidad, IFS comienza antes.
Empieza cuando el Self del terapeuta está presente.
Cuando se sostiene una relación desde la curiosidad, la calma, la compasión.
Cuando se puede estar con lo que aparece, sin apurar ni forzar nada.
Ese primer tramo del camino, cuando no hay diálogo y solo hay presencia, también es parte del modelo.
Es lo que en IFS se llama acceso directo implícito:
una forma de estar en relación con el sistema interno sin necesidad de que el cliente hable con sus partes.
Y es una forma válida, profunda y completamente enmarcada dentro del modelo.
IFS no pierde valor por no haber Insight.
Simplemente, se adapta.
No hay un solo modo de acceder
Cada persona tiene su forma de entrar en contacto con su mundo interno.
Hay quienes visualizan. Otros sienten. Otros simplemente notan.
Y hay quienes no logran “entrar” de ningún modo, pero pueden empezar a sentirse acompañados en ese no-poder.
Desde ahí también empieza el trabajo.
Cuando el modelo se aplica con flexibilidad, sin rigidez técnica ni idealizaciones,
hay más espacio para todos.
Y menos sufrimiento innecesario.
IFS no es una técnica que se aprueba o se falla.
Es un modelo que reconoce lo que hay, tal como está.
Y lo acompaña.
Por eso, cuando el diálogo no llega, no es un error.
Es solo otro punto de partida.
Y desde ahí, también se puede caminar.