En la vida cotidiana solemos pensar en términos de todo o nada: o estoy bien o estoy mal, o me siento fuerte o me siento débil, o estoy presente o no lo estoy. Pero en el modelo Internal Family Systems (IFS) descubrimos que las cosas no funcionan así.
El Self, esa presencia interna que nos permite observar y relacionarnos con nuestras partes con calma y claridad, no aparece como un interruptor de encendido y apagado. No es blanco o negro. Se manifiesta en diferentes grados, como una luz que puede brillar más tenue o más intensa según el momento.
Grados de presencia del Self
Cuando estamos mezclados con una parte (por ejemplo, con un crítico interno o con un miedo), puede parecer que el Self ha desaparecido. Sin embargo, siempre hay una posibilidad de recuperar aunque sea un poco de esa presencia. Puede que no sea un 100%, pero un 20% de Self ya cambia la experiencia y abre un espacio para relacionarnos con lo que ocurre de otro modo.
Reconocer esta gradualidad es clave porque:
- Nos ayuda a bajar la exigencia: no necesitamos estar en Self “puro” para avanzar.
- Nos recuerda que cada pequeño matiz cuenta: incluso un poco de calma o curiosidad ya abre camino.
- Nos invita a vivir lo interno como un espectro de colores, en vez de reducirlo a blanco o negro.
Un ejemplo cotidiano
Imaginemos a alguien que llega a sesión con mucha ansiedad. Su cuerpo está agitado, sus pensamientos van rápido, y parece imposible encontrar calma. Sin embargo, en medio de esa intensidad logra decir: “Me doy cuenta de que estoy muy nervioso”. Ese simple acto de reconocer lo que ocurre ya es un grado de Self presente. Aunque no sea un estado pleno de calma y confianza, ese matiz de conciencia abre un espacio para trabajar.
El rol del terapeuta
Aquí el acompañamiento es fundamental. El terapeuta puede ayudar al consultante a notar esos matices, a distinguir que no todo está dominado por la parte ansiosa o crítica, sino que hay una presencia que observa y que ya está en juego. Reconocerlo genera alivio y fortalece la confianza en que el Self siempre está disponible, aunque sea en pequeños destellos.
Las 8 C del Self como referencia
Una manera práctica de reconocer si hay Self presente es mirar las llamadas 8 C: calma, claridad, compasión, curiosidad, creatividad, coraje, confianza y conexión.
No es necesario sentirlas todas a la vez ni al máximo, pero si aparece alguna de ellas, aunque sea un poco, podemos saber que el Self está presente en cierta medida.
Nota de alivio
Este enfoque nos recuerda algo importante: no se necesita un Self perfecto para sanar. Cada matiz, cada grado, cada momento en que una de las 8 C aparece ya es valioso. En IFS, los pequeños pasos son los que construyen el camino de transformación.
Ejercicio de auto-observación
Te invito a observar un momento de tu día de hoy y notar qué matices hubo en tu experiencia interna:
- ¿Qué partes estaban más cerca y cuáles más lejos?
- ¿Qué grado de Self se asomaba en ti?
- ¿Alguna de las 8 C estuvo presente, aunque sea un poco?
En resumen:
El Self no funciona como un interruptor de encendido o apagado. No es blanco o negro: siempre hay matices, grados de presencia y posibilidades de conexión. Reconocerlos es un paso fundamental para relacionarnos con nuestras partes de manera más compasiva y flexible.