Frank Anderson: Tres Nuevas Perspectivas sobre el Self y el Alma en IFS

Fuente: Seminario gratuito de 2 días ofrecido por Frank Anderson en PESI.com – junio 2025

Frank Anderson compartió en este seminario gratuito tres ampliaciones fundamentales al modelo IFS. Estas nuevas perspectivas —claras, profundas y valientes— invitan a reconsiderar nuestra comprensión del Self, del alma y de la relación terapéutica.

Antes de presentarlas, repasamos brevemente el marco general sobre el Self en IFS para quienes no estén familiarizados con él.


El Self en IFS: Breve introducción

En el enfoque IFS, partimos de una premisa central: todas las personas poseen una energía esencial llamada Self, distinta de las partes que componen nuestro sistema interno. Esta energía no necesita ser cultivada; está disponible desde el nacimiento.

  • Naturaleza del Self: Es el núcleo interno, esa sabiduría espontánea que no necesita justificación. Muchas veces se lo ha descrito como alma o centro espiritual.
  • Conexión espiritual: Frank enfatiza que este Self puede estar conectado con una fuente espiritual —ya sea llamada Dios, Buda o simplemente energía vital— pero esa conexión debe ser propia y no impuesta por el terapeuta.
  • Estado del ser: Frank Anderson describe el Self como un estado integrador que se activa en momentos de presencia tranquila y consciente. No grita, no exige. Simplemente aparece cuando hay espacio interno.
  • Las “8 C” del Self: Richard Schwartz, creador del modelo IFS, definió ocho cualidades del Self que sirven como guía: Calma, Curiosidad, Conexión, Creatividad, Claridad, Confianza, Coraje y Compasión. Frank Anderson valora esta herramienta mnemotécnica, pero advierte sobre un malentendido frecuente: pensar que invocar una “palabra con C” es suficiente para estar en Self. Según él, el Self no es algo que se finge o se actúa, sino una experiencia interna genuina, amplia y emocionalmente conectada.

Las Tres Novedades de Frank Anderson

1. Trauma de Identidad: la vulnerabilidad del Self

Cuando el sufrimiento se origina en experiencias vinculadas a la raza, género, orientación sexual o neurodivergencia, no estamos simplemente ante partes heridas, sino ante aspectos del Self humano que han sido violentados.

“Una persona de color no dice ‘mi parte africana’; dice ‘esto soy yo’. No es una parte, es una identidad.”

Este tipo de trauma puede afectar el centro mismo del ser. El Self, aunque presente, queda opacado por una carga tan íntimamente ligada a la identidad que no puede ser entendida solo como un mecanismo defensivo o protector.

La energía del Self sigue ahí, esperando ser recuperada, aunque a veces con más dificultad que la reconocida por el modelo clásico.

  • Neurobiología del Self: Apoyándose en Ruth Lanius, Anderson señala que el trauma puede quedar anclado en regiones cerebrales primitivas que afectan el sentido de identidad. La curación, en estos casos, requiere desligar el Self de la vergüenza y de otras memorias encapsuladas que distorsionan la percepción de uno mismo.

2. El Self y el Alma: Una Nueva Mirada Integradora

Frank Anderson profundiza aún más en el modelo IFS al introducir una distinción clave entre el Self humano y el alma, ampliando considerablemente la comprensión de nuestra estructura interna. Según su experiencia clínica, esta distinción permite abordar el trauma desde una perspectiva más rica y matizada, especialmente cuando las experiencias vitales afectan profundamente nuestra identidad y esencia espiritual.

  • Diferenciar el Self Humano del Alma: Para resolver esta tensión entre teoría y experiencia clínica, Frank Anderson introduce una distinción clave: el alma no es lo mismo que el Self humano ni que las partes. El alma es ese lugar espiritual intocable que “contiene la sabiduría, la energía de fuente, la energía de Dios”, y que permanece inalterable aun cuando el Self humano —nuestra identidad vinculada al cuerpo, la historia y la pertenencia— sufra trauma.
    • Self humano: Vinculado a nuestra historia, cuerpo e identidad. Puede ser herido por el trauma.
    • Alma (soul): Fuente de sabiduría espiritual, un espacio interno de unidad, amor y energía divina que no puede ser herido.

Esta diferencia permite honrar la vivencia de quienes sienten que el trauma ha afectado lo más íntimo de su ser, sin negar la posibilidad de una dimensión espiritual intacta y siempre disponible.

  • La Evolución del Alma: Más allá del Trauma: Frank comparte su vivencia personal: sentir que su historia de trauma no fue un error, sino parte de un camino evolutivo. Cree que cada alma llega a esta vida con un “contrato de crecimiento“, y que las experiencias difíciles forman parte de ese proceso de expansión.

También relata cómo puede acceder a ese espacio interno a través de posturas receptivas y conexión espiritual, como si estuviera canalizando. Lo describe como un lugar de “unidad, omnisciencia y todo amor“, accesible para cada persona de manera diferente: ya sea mediante meditación, prácticas espirituales o incluso experiencias con psicodélicos.

Desde esta perspectiva, la sanación no es una meta estática, sino un proceso continuo de evolución del alma. Cada dificultad se transforma en una oportunidad para elevarnos, integrando lo vivido desde un lugar más amplio y compasivo.

“No estaría aquí con ustedes sin mi historia de trauma. No solo es teoría: es mi experiencia lo que me permite ayudar.”


3. La Relación Terapéutica como Agente Sanador

En el modelo IFS tradicional, el foco central está en la relación interna entre el Self y las partes, mientras que el vínculo terapéutico suele ocupar un rol secundario: un espacio de apoyo para que el cliente conecte con su mundo interno.

Frank Anderson ofrece aquí una ampliación significativa. Sostiene que, especialmente en contextos de trauma relacional temprano o heridas de apego, la relación con el terapeuta también puede ser directamente sanadora. No es solo un puente hacia el Self: es una experiencia transformadora en sí misma.

Cuando el terapeuta sostiene una presencia conectada desde su propio Self, el sistema del cliente lo percibe y responde. Esa resonancia ofrece un modelo vivencial de regulación, confianza y seguridad que muchas personas no tuvieron en su infancia.

Esta visión no reemplaza la relación Self-partes, sino que la complementa: en ciertos casos, la relación terapéutica puede ser el primer acceso real a una experiencia relacional segura, y por lo tanto, un punto de partida legítimo y necesario para el proceso de sanación.


Conclusión

Frank Anderson amplía la mirada de IFS sin contradecirla, integrando espiritualidad, neurociencia y una comprensión más profunda del Self como experiencia viva y como puente entre lo humano y lo trascendente. Su propuesta distingue tres niveles dentro de nuestra experiencia interna:

  • Las partes (protectores y exiliados)
  • El Self humano (aspectos identitarios que pueden ser heridos)
  • El alma (fuente espiritual que no puede ser dañada)

Este marco no solo enriquece la práctica terapéutica, sino que abre un espacio para quienes necesitan una psicología más abierta a la dimensión espiritual sin perder rigor ni compasión.

“El alma no puede ser herida. Pero el Self humano sí. Y ahí está la puerta a una sanación más profunda.” – Frank Anderson

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