En el mundo de la psicoterapia, una de las paradojas más poderosas y profundas es la formulada por Carl Rogers: “La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar”. Esta afirmación resuena fuertemente no solo en el enfoque humanista de Rogers, sino también en el modelo de Sistemas Internos Familiares (IFS) desarrollado por Richard Schwartz.
¿Qué Significa Aceptarse a Sí Mismo?
Aceptar a uno mismo significa reconocer y honrar todas las partes de nuestra experiencia interna, sin juzgarlas ni rechazarlas. En el contexto de IFS, esto implica aprender a relacionarnos con nuestras “partes” internas — esos fragmentos de nuestra psique que representan diferentes emociones, recuerdos y comportamientos.
Cada parte tiene una razón de ser y un propósito, aunque a veces parezca contradictorio o problemático. Cuando nos permitimos aceptar estas partes sin juicio, abrimos la puerta a un diálogo interno que facilita la comprensión y la sanación.
La Aceptación en IFS
El IFS nos enseña que dentro de cada uno de nosotros hay un “Self” esencial, un núcleo de compasión y sabiduría que puede relacionarse con nuestras partes de manera curativa. Al practicar la autoaceptación, activamos este Self, que actúa como un líder interno, guiando a nuestras partes hacia la integración y el equilibrio.
La Paradoja en Acción
Al igual que en la paradoja de Rogers, en IFS descubrimos que la aceptación no significa resignación. Más bien, es un acto de profundo entendimiento y amor propio. Cuando nuestras partes se sienten escuchadas y aceptadas por el Self, dejan de resistirse y comienzan a colaborar en el proceso de cambio.
Por ejemplo, una parte que puede estar actuando como un “crítico interno” duro, cuando es aceptada y entendida, puede revelar sus verdaderas intenciones de protección y cuidado. Con el tiempo, esta parte puede transformarse y adoptar roles más constructivos y menos conflictivos.
El Cambio desde la Aceptación
El cambio real y sostenible en el IFS, como en el enfoque de Rogers, emerge de este espacio de aceptación. No se trata de forzar un cambio o de luchar contra uno mismo, sino de crear un entorno interno seguro donde todas las partes se sientan valoradas y comprendidas. Desde este lugar, las partes pueden relajarse y permitir que el Self tome el liderazgo, facilitando un cambio natural y armonioso.
Conclusión
La paradoja de Carl Rogers nos recuerda que la autoaceptación es el primer paso hacia cualquier transformación profunda. En el contexto del IFS, esta aceptación se amplifica y se concreta a través del trabajo con nuestras partes y el liderazgo del Self. Al abrazar todas nuestras facetas internas, permitimos que el verdadero cambio ocurra de manera orgánica y compasiva.