Seguramente has visto alguna vez una viñeta donde una persona tiene dos “angelitos” en sus hombros: uno malo y uno bueno. ¿Sabías que esos “angelitos” existen en la vida real? Hoy quiero contarte cómo, a través del modelo de Sistemas de Familia Interna (IFS), podemos entender mejor a estos “angelitos” que nos acompañan en nuestras decisiones y pensamientos diarios.
Los Angelitos de IFS
En el modelo IFS, esos “angelitos” representan nuestras partes internas. Cada uno de nosotros tiene diferentes partes que influyen en nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos. Aunque a veces estas partes pueden parecer opuestas, todas tienen la intención de protegernos y ayudarnos.
El Angelito “Malo”
El angelito “malo”, que suele darnos pensamientos derrotistas o negativos, en realidad no es malo. Esta parte a menudo adopta un rol crítico para protegernos del fracaso, la vergüenza o el dolor. Quiere mantenernos a salvo y evitar que tomemos riesgos que podrían resultar en experiencias dolorosas.
Por ejemplo, cuando estás a punto de dar una presentación importante y una voz interna te dice “No eres lo suficientemente bueno”, esta parte está intentando protegerte del miedo al rechazo o al fracaso. Aunque sus métodos no siempre sean los más positivos, su intención es evitar que sufras.
El Angelito Bueno
Por otro lado, el angelito “bueno” nos da consejos positivos y alentadores. Esta parte también busca protegernos y ayudarnos, pero lo hace desde un lugar de apoyo y aliento. Nos anima a seguir adelante, a tomar riesgos calculados y a confiar en nuestras habilidades.
Cuando esa misma voz interna te dice “Tú puedes hacerlo, confía en ti mismo”, está fomentando tu autoestima y tu capacidad para enfrentar desafíos con confianza y esperanza.
Integración y Equilibrio
El verdadero objetivo no es silenciar al angelito “malo” ni escuchar únicamente al angelito “bueno”, sino integrar y equilibrar ambas partes. En IFS, aprendemos a entender las intenciones positivas detrás de cada parte y a relacionarnos con ellas desde nuestro Self, esa esencia interna que es compasiva, curiosa y valiente.
Al reconocer y validar las preocupaciones de nuestro angelito “malo”, podemos calmar sus temores y reducir su necesidad de ser tan crítico. Al mismo tiempo, podemos fortalecer la voz del angelito “bueno” para que nos inspire y nos guíe hacia nuestras metas.
Los angelitos en nuestros hombros no son simplemente personajes de viñetas, sino representaciones de nuestras partes internas que buscan protegernos y ayudarnos de diferentes maneras. Al aprender a escuchar y equilibrar estas partes, podemos tomar decisiones más conscientes y vivir una vida más equilibrada y plena.